La verdad que me es muy difícil resumir en un puñado de lineas todo lo que ha significado
la Revista de Semana Santa que ha editado mi familia desde hace 50 años.
Son tantas las emociones y sensaciones que se producen al hojear todos los ejemplares
que se han impreso, que me abruma el peso de la responsabilidad de recordar a todos
aquellos que ya no están entre nosotros y a los que nunca personalmente podré agradecer
su esfuerzo, su ánimo, su honestidad y su ilusión en enaltecer la Semana Santa de
Daimiel a través de esta revista, en aquellos primeros años.
De la misma forma también seguiré sin agradecer suficiente- mente a los que siguen
colaborando, ayudando, proponiendo y animando año tras año, a que la publicación
salga adelante, y en los últimos salga a la luz unos pocos días antes del Viernes
de Dolores. Mi familia simplemente ha sido el vehiculo, el medio transmisor a través
de esta Revista para aportar su pequeño grano de arena para que la Semana Santa
de Daimiel a través de los años siga viva, participativa, pasional y solemne.
La Revista de Semana Santa siempre se ha caracterizado, por ser reflejo de las opiniones
y reflexiones sobre la semana de pasión a través de estas décadas. Evidentemente
ha tenido también un marcado carácter informativo de todo lo que rodea la celebración:
cultos, oficios, pregones, conciertos, horarios procesionales, etc.
A través de las siguientes páginas hemos intentado hacer un pequeño resumen y volver
a publicar una selección de artículos que por trascendencia, importancia, sentimiento
o sencillamente curiosidad hemos tenido a bien de imprimirlos otras vez como originalmente
se hicieron. Que esta selección, -injusta, como todas las selecciones- rememore
las obras de lo que ya se fueron y el deseo de los que aún se esfuerzan en sacar
tiempo para plasmar en unas lineas sus opiniones.
Escribieron en nuestra revista amigos dilectos, paisanos queridos y forasteros
fieles al amor de nuestro Daimiel. La fe ha guiado a todos y la fe nos hace continuar.
Es tarea ardua y difícil escogerlos de entre cientos de artículos publicados por
un sinfín de plumas como las de: Juan Antonio Martín de Almagro, Manuel Blanco Rodríguez,
Manuel Martín de Bernardo, Agustina de Román, Francisco Pérez Fernández, Galo Martín-Gil
Utrilla, Santos García-Velasco, Fernando Aguirre, Eduardo Rojo, Jesús Barrajón,
Agapito de León, Carlos Alberto de Calatrava, Luis Romay G. Arias, Jesualdo Sánchez
Bustos, I. Bastante Molina, Carmen Pilar Catalán Martín de Bernardo, Matilde Moreno
(Aries), Eugenio Herrero, Teresa Simal, Mayte, Francisco Borondo, Beño Galiana,
Carlos Manuel López López-Menchero, Manuel Barrajón Rodríguez, Angel Arcís García-Muñoz,
Tomas Hurtado, Manuel Sánchez Archidona, Marisa Boixader, Fuensanta Terol, Federico
Baeza Gómez del Pulgar, Antonio Ruiz, Pedro Díaz-Salazar Escuderos, Agustín Hidalgo
Calahorra, Fernando Gigante Sánchez y tantos otros que se “escondían” detrás de
unas iniciales. Que me disculpen todos aquellos que no he nombrado o nombraré a
continuación, con todos ellos, el corazón de la revista sigue adelante. Gracias
también a Pedro González-Mohino Gallego y a su hijo Pedro González-Mohino Hidalgo,
Francisco Javier García Simal, Santiago Manuel Cejudo Espinosa, Juan Luis Loro Gallego,
Jesús Leonardo García-Moreno, Jesús Barrajón, Manuel Vicente Fdez.-Calvillo, a todos
los presidentes y miembros de las juntas directivas de nuestras Cofradías, a la
Junta de Hermandades de Semana Santa y a todos aquellos escritores o colaboradores
anónimos o que de vez en cuando se asoman gustosamente a la revista
Como no, han pasado por sus hojas también los sacerdotes Jesús García-Rayo Moreno,
Jose Mª Cañadillas, Alberto Martín de Bernardo, Antonio Astilleros Bastante, los
carmelitas Manuel Sevillano o Julio Rouco, Julián Aguirre, Felix Fernández, Pedro
Crespo, Javier Quevedo, Eulalio Asensio, los pasionistas Basilio B. Suances, Ricardo
San Millán o Carlos Cano, el misionero Eusebio Ortega Torres, etc, dejando su impronta
y sabiduría como pastores de nuestra Iglesia y Semana Santa
También un recuerdo especial a los dibujantes o ilustradores como Vicente Barrajón
Ruiz autor del primer dibujo publicado y portada de este número extraordinario,
a la mano del ilustre Juan D,opazo, a Muñoz de Morales, Ramón Córdoba Margotón,
Lázaro Muñoz, Pilar Aldea, Juan Peché, F. Ramón, etc, cuyo dibujos eran plasmados
para su impresión por Fotograbados Velasco de Madrid.
A los fotógrafos Jesús Cencerrado Charcos y su hijo Jesús María, reporteros gráficos
por excelencia de nuestra Semana Santa durante muchos años, dejando un legado extensísimo
de carteles anunciadores y portadas de esta Revista. Los reporteros también Núñez,
Camilo, Cordelero, J. Sánchez, Guarner, Archidona, De la Rosa, Rio Rojo, Domingo,
Jose Antonio Alcázar, José Lopez, etc
Y también como no, a los comercios, industrias y empresas de nuestra localidad
que con la inserción de su publicidad, sin su apoyo económico y moral hubiera sido
imposible la realización de cualquiera de los números editados. Mil gracias a todos.
Durante todos estos años han sido numerosas las anécdotas personales o colectivas
en relación a la impresión de la Revista. Confieso que lo peor de su realización
no es diseñarla o imprimirla, lo mas difícil es “pensarla”, es decir; con que podemos
sorprender al lector, que difiera de todo lo publicado hasta entonces; de una celebración
que en el fondo, todos los años es “igual”.
Hubo años en los que había que pasar por la censura administrativa de la época,
trámite que siempre se paso favorablemente. Lo cierto es que en toda su historia
que yo recuerde tan sólo dos artículos fueron “censurados” por nosotros mismos,
por impropios o fuera de lugar. Curiosamente uno ha sido este año. Los colaboradores
lógicamente siempre han manifestado libremente sus opiniones o reflexiones.
También ha habido como en algunos de esos encargos que tienen fecha fija de entrega;
enfados, carreras, decenas de llamadas y viajes, incertidumbre, roturas de maquinaria,
mucho trabajo, noches enteras en vela, falta de seriedad de proveedores, equivocaciones
casi imperdonables, muchas risas y algunos llantos, enfermedades, enhorabuenas,
y siempre teniendo presentes las oraciones y dando las gracias a Dios, porque todos
los Viernes de Dolores, la Revista estaba en la calle.
Recuerdo con mucho cariño, cuando yo era pequeño y la técnica de confeccionar la
revista era coger hoja a hoja de los montones de papel interminables, para poder
luego graparlas y ponerle la cubierta. Nos reuníamos toda la familia y mis padres
llamaban a sus amigos: Goyo Andicam, Peleas, Santos, Cencerrado, Antonio Clemente,
Angel Moya, etc y entre todos, en armonía, entre chistes y bromas escapábamos “mareaos”
de dar vueltas hasta la madrugada, momento en el que mi madre, preparaba cervezas
para los mayores, mirindas para los niños, y sardinas para todos.
Una de las mayores satisfacciones que se tienen cuando la revista se termina, es
ponerla en el escaparate, y cómo desde ese mismo momento, “los forasteros” que regresan
con su túnica en el maletero, aparcan como pueden en la calle para pasar al establecimiento
y llevársela, principalmente a sus familiares que están lejos o enfermos y esté
es el vínculo que les mantiene unido a su pueblo, a sus antepasados y tradición.
Comentar también que la Revista se ha financiado siempre gracias a las empresas
anunciadoras. A los colaboradores, administraciones, parroquias, y cofradías se
les han obsequiado ejemplares. Nuestra política siempre ha sido la de cobrar la
revista al público en general, porque entendemos que lo que se paga se aprecia.
La Revista siempre costó 500 pesetas, 3 euros al cambio desde hace unos años. Recaudación
que se dona íntegramente siempre a una buena causa, obra benéfica, labor social
o caritativa. Esta es otra de las satisfacciones.
Permitánme que estás últimas palabras vayan dedicadas a agradecer enormemente su
apoyo y cariño, a mis padres Vicente y Antonia, a mis hermanas Elisa María y Ana,
a mi mujer Encarni, a mis hijos Daniel y Claudia, a mis cuñados y cuñada, a mis
sobrinos, a mis suegros, a todos mis amigos, a todos los que me han acompañado en
el devenir de la vida y a todos aquellos que se lo merezcan y a los que crean merecerlo.
Gracias a todos de corazón.
Vicente Moreno Córdoba. Editor de la Revista de la Semana Santa de Daimiel